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miércoles, 11 de noviembre de 2009

Microrelato, de una futura maestra de infantil ;)

Tapito y Javier



Tapito era un precioso muñeco de trapo, su pelo estaba hecho de unas largas tiras de tela amarilla, sus ojos eran dos enormes botones marrones y su boca estaba formada por pequeños hilitos de algodón azul.

Pero Tapito no era un muñeco feliz, porque hacía mucho tiempo que nadie jugaba con él, pasaba los días escondido en una enorme caja de cartón y el polvo se le acumulaba y le hacía cosquillas en la nariz, ¡qué sensación más desagradable! ¡Y como era un muñeco de trapo ni siquiera podía estornudar!

Un día un niño muy pequeño, casi tanto como él, que se llamaba Javier lo encontró y lo sacudió hasta que todas las motas de polvo cubrieron la habitación. ¡Qué manera de estornudar!, estornudó tres veces, hasta que una voz dijo:

- Jesús.

- Gracias, ¿Cuánto tiempo llevas ahí metido?

- Pues hace tanto que ya ni lo recuerdo- dijo Tapito un poco melancólico y aturdido por la sacudida.

- ¿Y por qué estabas aquí escondido?

- Porque cuando uno es un muñeco de trapo tan pequeñito las personas se olvidan de él.

Javier le prometió a Tapito que nunca más estaría solo y juntos fueron a jugar, primero jugaron a los piratas y el sofá de su casa ya no era un sofá normal, era un enorme barco, Javier era su capitán y claro Tapito era el capitán número dos, el suelo del salón se convirtió en un oscuro mar plagado de tiburones y los almohadones eran barcos salvavidas.

Más tarde cuando se cansaron de jugar a los piratas, la casa al completo se transformó en una jungla, Javier era un fiero león y Tapito un monito juguetón que saltaba de sofá en sofá o, mejor dicho, de árbol en árbol.

Así pasaron toda la tarde: jugando, imaginando, transformando el mundo que les rodeaba a su gusto, olvidando lo malo y creando un lugar en el que se es verdaderamente feliz.





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